Muchas veces, el silencio es señal de peligro, no de calma.
El Perú parece no comprender eso y mantiene una extraña pasividad ante el gobierno de Dina Boluarte. No es Pedro Castillo, por supuesto, eso es lo más bajo que hemos caído, pero sigue gobernando su vicepresidenta, que entró con su misma agenda y perseguía los mismos objetivos. Evidentemente Boluarte ahora es tildada de "dictadora de derecha" por la izquierda más radical, porque no apoyó el golpe de estado del 7 de diciembre.
Sin embargo, hoy no nos centraremos en los socialistas, porque se les conoce de sobra en todo el continente. Hablemos de la oposición en el Perú (y digo oposición porque derecha, no hay). Por un lado tenemos a los fujimoristas, que se dicen de derecha popular (sería bueno que ubiquen eso en el espectro político) y califican de ultraderecha a otros; a avanza país que se dice de derecha liberal pero que en la práctica, es socialdemócrata; tenemos a renovación popular, que dice y consecuentemente es social cristiano y luego una gama variada de partidos nuevos que seguramente tendrán representación en las próximas elecciones.
Ahora bien, los partidos son una cosa, pero ya saben que lo siguiente más importante es la prensa y por supuesto, el empresariado. En la prensa hay una terrible concentración de medios y alguno que otro canal de disidencia controlada. Absolutamente nada más. No existe el disenso a toda regla, la independencia informativa, la veracidad sin temores. En el Perú, solo el periodismo independiente (ese que no tiene auspicios grandes, pero sí profesionalismo) da algunas noticias que inevitablemente dan que hablar al resto de medios. ¿El problema? En Perú no existe antiglobalismo… Y sí es un problema real.
Hemos dejado claro que no queremos comunismo y por una vez, encontramos una bandera por la cual todos podíamos luchar unidos. La meta era sacar a Castillo del poder para avanzar como nación. Se logró principalmente, por su culpa. No fue gracias al empresariado mercantilista que ahora vive tranquilo con Dina como presidenta, o con la disidencia controlada que lo atacó por ser anticomunista, sino por su torpeza. Dio un golpe sin apoyo de las fuerzas armadas y el resto es historia.
Lo más gracioso es que esta prensa tibia va a ser justamente la perdición de la sociedad del mañana. No se aprendió nada de los últimos años. Hace tiempo se venía advirtiendo la desgracia que significaría el comunismo y el Foro de São Paulo en el poder. Nos dijeron consporanóicos, locos, minimizaron el impacto. No fue sino hasta que vieron el verdadero poder que tenían con Castillo, que reaccionaron. ¿Tendrá que pasar lo mismo con el globalismo y la Agenda 2030?
No basta con ser anticomunista, no basta con tener cierta disidencia para generar titulares, ni basta con "aportar" a la economía del país con grandes empresas si son grandes corporaciones que finalmente abrazan ideologías nefastas que van contra todo lo que el Perú históricamente ha defendido. Flaco favor se le hace al país si desde la oposición "académica" y "controlada" (básicamente derecha cobarde) se minimiza la importancia del globalismo "porque eso aún no va a llegar al país". Es un monstruo que crece en sus narices y deciden no verlo para no tener que lidiar con él.
Ojalá no sea demasiado tarde para que la población despierte. Si mantenemos este estado de hipnosis calma, este silencio peligroso y esta disidencia controlada, nos veremos como Argentina, Colombia, México o Ecuador en unos años: oposición perseguida, aborto hasta los 9 meses y degeneración legalizada. ¿Ese es el Perú que queremos en el 2026? Si no lo es, pues es tiempo de tomar postura y dejar atrás la pleitesía a los ídolos de barro. Hace falta política real.
Vanya Thais
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