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El ser humano en peligro

En días pasados, el Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia publicó una columna en la que declaraba que los derechos están en peligro. Hasta ahí coincido con él.


Los derechos están peligro, pero con ellos peligra el ser humano.


 


Desde luego, esta no es una preocupación novedosa. Quienes en 1948 redactaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos sabían que a su proyecto lo estaría acechando una pregunta de fondo. Con los altibajos del transcurrir de las décadas y el batacazo del cambio de milenio, es evidente que dicha interrogante nos ha arrinconado y no dejará el paso libre hasta interpelarnos lo suficiente para responder –sin desviarle la mirada– ¿qué sostiene a los derechos humanos?


Responder en modo automático no cuenta. Es difícil que alguien recite algo distinto a que es la dignidad humana la que sostiene a los derechos. Lamentablemente, la palabra dignidad se ha prostituido al punto de enredar el lenguaje y la mismísima realidad. Es así que vemos gente que pelea a capa y espada que es preferible que no nazcan quienes no puedan tener una vida digna. O en la misma línea, que tengan una muerte digna quienes sean incapaces de vivir dignamente. Como si dignidad fuera sinónimo de calidad de vida. Y así, de confusión en confusión, en el mismísimo nombre de los derechos, se ha forjado y –más aterrador aún– aceptado una cultura de la muerte.


Vaciar a las palabras de sentido, ya se ve, tiene consecuencias escalofriantes. Lo mismo ocurre con la tergiversación de los significados. Y es que la dignidad es un concepto tan “queda bien”, que es muy fácil incluir en un discurso político, en pancartas de manifestaciones o en slogans de marketing. Todo esto, sin siquiera saber lo que es, y sobre todo, lo que implica.


Sería lógico pensar, por tanto, que si los derechos están en peligro es porque su propio fundamento está en peligro.


De este modo es que hoy se habla de derechos de los animales y del derecho al aborto al mismo tiempo, llegando literalmente al absurdo. O mejor dicho: a lo criminal.


Es verdad que los derechos están peligro y son frágiles, tal y como lo señala el Ministro Zaldívar. Pero, entonces, ¿no es que están en peligro, sobre todo, los seres humanos más frágiles? Con esto me refiero al ser humano no nacido, al ser humano enfermo, al ser humano agonizante… Por ponerlo en los términos de Richard J. Neuhaus, la pregunta por la dignidad humana tiene que ver con quién pertenece a la comunidad y por quién la comunidad acepta responsabilidad, incluyendo la responsabilidad de proteger su derecho a la vida. Tan fuerte, como claro.


La pregunta por la dignidad humana es profunda. Conduce a mirar sobre qué piso estamos parados. Si de entrada partimos de una concepción distinta de lo que implica ser humano, se seguirá evadiendo la pregunta vertebral de la sociedad y de los problemas, se confundirán los derechos con las opciones de un menú, y lo que se terminará protegiendo serán intereses en lugar de personas. De dónde partimos dice mucho hacia dónde vamos. Mary Ann Glendon, jurista estadounidense, no lo pudo haber dicho mejor: la dignidad de la persona es una de las preguntas políticas más fundamentales que puedan imaginarse, pues implica deliberar quiénes queremos ser y qué sociedad queremos ser.


Aprovecho este espacio para invitar a la reflexión. Sin eufemismos y manteniendo la mirada… ¿Es coherente el México que quieres con la idea que tienes sobre lo que significa ser persona? Ojalá sea tal la respuesta que tanto México como el ser humano se encuentren a salvo.


María Cecilia León Sterling

@cecilstg





Referencias:

Glendon, M. (2011). The Bearable Lightness of Dignity. First Things. Recuperado de https://www.firstthings.com/article/2011/05/the-bearable-lightness-of-dignity

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