Una infancia sana puede abonar a reducir la violencia.
“El niño que no fue abrazado por su tribu, cuando sea adulto quemará la aldea para sentir su calor”, nunca antes fue más certero este proverbio africano.
¿Han notado la triste realidad de los últimos años, semanas, días, en nuestro país?: adolescentes armados hasta los dientes, sirviendo a grupos criminales que devoran su inocencia, su vida, con la misma facilidad que quitarles un caramelo. Son los niños no abrazados de nuestra nación.
Según el INFOBAE de agosto del 2022 este país no puede superar la escala de violencia más cruenta en su historia: 18 mil 93 homicidios dolosos en lo que va del año. La ONG Save Democracy denuncia además que “México enfrenta un creciente espiral de violencia desde hace dos décadas que hoy alcanza un nivel sin precedentes”. Los esfuerzos de los gobiernos federal, estatales y municipales son -francamente- una nulidad que no alcanza para reducir en nada el nivel de degradación: hoy no sorprende ver una cabeza en el hocico de un perro, jovencitas masacradas en ataques armados, descuartizados, colgados, desaparecidos, tampoco es anormal “no volver a ver” a seres amados que simplemente salieron de casa, en un día cualquiera.
Pero ¿por qué no podemos ver mejoría alguna? La edición de El Economista en octubre del 2021 precisa que hubo un 14% más de presupuesto para seguridad en las entidades del país y aun así incrementan feminicidios, homicidios, violaciones, secuestros, robos, extorsiones.
La respuesta es sencilla, pero difícil de aceptar porque requiere valentía para reconocer que hemos sido “hijos de los malos tratos” por décadas. La normalización de la violencia en cada frase popular que es motivo de guasa: “la letra con sangre entra; pégale para que sea un niño de bien; los hombres no lloran; si lloras te voy a dar más fuerte para que llores por una buena razón; a mi así me educaron y no me morí”, entre otras.
A la mayoría de nosotros nos cuesta aceptar esta realidad, pero la ciencia lo dice: la salud mental infantil es la que determinará que se convierta en un adulto funcional.
¿Quieren datos?:
México es el segundo país a nivel mundial donde se cometen el mayor número de agravios en contra de menores de edad, lo dice el Fondo de Naciones Unidas para la Atención de la Infancia (UNICEF).
También es el primer lugar mundial en casos de abuso sexual contra menores.
El maltrato emocional y verbal (que no incluye ultraje físico) es considerado ‘normal’ entre las familias.
Diariamente mueren 2 niños -menores de 14 años- a causa de la violencia en este país.
Los datos y la solución son evidentes, están ahí para quienes quieran verlos y actuar, si queremos una sociedad con menos violencia, debemos enfocar todos nuestros esfuerzos y recursos a la mano en la crianza y educación infantil, basados en el respeto y el amor.
Suena inverosímil que esa sea la vía regia para la reducción de la criminalidad que lacera a nuestro país diariamente, pero si no empezamos a actuar para romper el ciclo de violencia desde la raíz, aun es posible que el nivel de ferocidad nos sorprenda.
Gaudencio Rodríguez Juárez, psicólogo y autor del libro “Cero Golpes”, comenta que “la creencia de que el golpe educa, es un error. Porque en realidad lo único que enseña es a utilizar la fuerza de manera arbitraria y poco inteligente, al mismo tiempo que destruye a las personas, deteriora su autoestima, empaña su autoimagen, siembra el odio y la maldad cuyo tamaño de la cosecha está en función de la intensidad, frecuencia y cronicidad de los golpes y maltratos recibidos”.
Como sociedad nos va la vida en la garantía del buen trato, pues de eso depende la salud mental de las personas y la sana convivencia en las comunidades. Un niño adaptado a la violencia y a los malos tratos debido a la falta de tutores de resiliencia en su vida, puede convertirse en una persona destructiva o autodestructiva, es decir, peligrosa para si misma y para la sociedad. La violencia es adquirida a través de procesos de socialización e impunidad. Se trata de personas que la trasmiten y modelan –de manera involuntaria o voluntaria- a las nuevas generaciones. (Cero Golpes Págs. 41, 44-45).
Esta aquí, sencillo y complejo.
No habrá millones empleados en seguridad que sirvan de algo, ni comprar miles de patrullas, ni equipar con armas de más alto calibre, ni una Guardia Nacional, mucho menos el ejército en las calles de México, nada de esto reducirá la violencia que hace eco entre las cuatro paredes de millones de hogares mexicanos.
Será la educación basada en el respeto y el amor.
Será la crianza consciente.
Suena a cliché, algo tan sencillo que no podemos creer o no queremos ver, pero así es.
SEMBREMOS TERNURA PARA COSECHAR PAZ.
ABRACEMOS A NUESTROS NIÑOS. ES LA SALIDA.
Por Profe.- Eduardo Sánchez, certificado en Disciplina Positiva por Positive Discipline Association.
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